La ECH nace cuando la fórmula pedagógica de la Escuela de Letras, fundada por Alejandro Gándara junto a otros pensadores en los años 80, queda agotada como vanguardia. El trabajo de esta institución sirvió para asentar una pedagogía de la creación y, al inicio del nuevo siglo, las escuelas y talleres de creación literaria se contaron por docenas, no sólo en Madrid sino en la mayoría de capitales de provincias españolas.
En 2000, Alejandro Gándara funda junto a María Sendagorta con el apoyo de otros intelectuales, empresarios y escritores la ECH. El reto es crear un centro de altos estudios especializado en la creación y sentar las bases de una universidad de la creación.
Durante estos diez años de andadura han pasado por la ECH más de 700 alumnos de entre 20 y 80 años de edad, de 15 nacionalidades diferentes. La preparación académica y profesional de los estudiantes ha sido también muy diversa: periodistas, médicos, arquitectos, empresarios, ingenieros, informáticos, filósofos, funcionarios, financieros, sociólogos, pintores y músicos que, en su mayoría, mantienen un contacto permanente con la ECH, lo que supone un enorme enriquecimiento para la institución.
La ECH mantiene una pedagogía que asume el riesgo y la incertidumbre de cada iniciativa como parte del talento creador; no cierra, sino que abre; no llega a conclusiones, sino que estimula los interrogantes; no vuelca en el sentido la interpretación o la explicación las claves del conocimiento, sino que procede en sus intervenciones como si todo estuviera por hacer. Su fin no es consumar creaciones, ya sea de libros, de profesionales competentes o de individuos más felices o adaptados a su entorno, ya que este fin prejuzga cualquier cosa que se haga y en consecuencia niega la posibilidad de actuar.
Como centro de enseñanza, la ECH eleva la acción a la categoría de programa, en todo su contrasentido: escritura narrativa o ensayística, experimentación con los sentidos, comprensión de las artes, manipulación de nuevos lenguajes, viajes y visitas a centros de vanguardia, exposiciones monográficas, lecturas de Filosofía y de Historia, aprendizaje de retóricas, relaciones entre la vida cotidiana y la ciencia.
La ECH se ha convertido en un centro aglutinador de talentos y miradas creadoras con una capacidad hasta ahora inexistente para actuar y pensar la realidad, capaz de afrontar desde un horizonte nuevo y creativo el análisis y la resolución de conflictos, no sólo los conflictos creativos sino también los propios del ámbito personal, empresarial y político.
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